martes, 13 de julio de 2010

PANDEMICA Y CELESTE

Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde y en la noche
hablemos hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
desnudo de cintura para abajo,
hipócrita lector .mon semblable, mon frère!
Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmos
quien me tira del cuerpo a otros cuerpos
a ser posiblemente jóvenes:
yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años!

Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.

Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
o aquel atardecer cerca del rio
desnudos y riéndonos, de yedra coronados.
O aquel portal en Roma -en vía del Balbuino.
Y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casetas de baños,
de foso de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
oh noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una imagen rota....
GIL DE BIEDMA

viernes, 2 de julio de 2010

CUANDO NO LE TENÍA


Cuando no le tenía, amaba otras cosas, amaba la Naturaleza como el ermitaño ama su soledad, como ama el silencio el cartujo. Ahora le amo a él como antes a la Naturaleza, casi religiosamente, a mi modo, de otra manera, emocionadamente, y con él veo mejor los ríos cuando caminamos paisajes. Sentado a su lado mirando pasar las nubes, en las nubes me fijo mejor. Tú no me has robado la Naturaleza, la has cambiado la has traído hasta mí. Y porque tú existes la veo mejor, aún siendo la misma, y porque me amas la amo yo de igual forma, aunque más. Y porque me elegiste para tenerme y amarme, ahora mis ojos la contemplan más detenidamente sobre todas las cosas.
No me arrepiento de mi nada anterior, de lo poco que fui, porque aún lo soy. El amor es su compañía y yo ya no se andar sin él, ya no se andar los caminos solo, porque no se andar yo solo. Hasta su ausencia es algo que está conmigo. y me gusta tanto que ya no se como desearlo. Cuando no le veo, lo imagino y entonces me siento tan fuerte como el baobab, más cuando le veo tiemblo y no sé donde escondo lo que en su ausencia he sentido. Todo yo soy como una poderosa fuerza que me abandona. Toda la realidad me mira, girando alrededor como gira el girasol buscando la luz con su rostro en el centro.
Dicen que amar es como pensar, yo casi me olvido de tener sensaciones tan sólo por pensarte.
 
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